26 octubre 2015

La historia macabra de nuestro último encuentro

Nuestro relato comienza en una casa a las afueras, una calurosa mañana de verano. La pareja está sentada en el sofá, cómodamente acurrucados frente a una ardiente chimenea.

- Querido, ¿por cuánto tiempo más debemos mantener esta situación?

- No entiendo a qué te refieres.

- Está claro que nos queremos, que nuestro amor es como la llama que prende en una antorcha, incandescente. Que la pasión que nos proferimos es la envidia del mismísimo Cupido...

- Eso es bueno, ¿no?

- Eso es horrible, nefasto, catastrófico. ¿Cuándo y cómo sufriremos el desgarrador sentimiento del abandono que creará en nosotros la necesidad y el hastío? ¿Qué haremos con tanto amor surcando los mares de nuestra vehemente lujuria? ¿Quién podrá detener el tren donde nuestros corazones viajan juntos hacia el infinito del tiempo? Yo esto así no lo puedo soportar más.

- Deja de decir tonterías, joder.


Jotaauvei

21 octubre 2015

En el alcantarillado de mis sentimientos

Tú, yo y el silencio. Camino a través de mis recuerdos dando tumbos absurdos, como aquel marino que navega en un mar de inconsciente virtuosidad. Mientras deambulo me pregunto: ¿Cómo convertir la Luna en parte de un recuerdo? ¿Cómo quemar algo que ya está ardiendo?

 Durante mi andadura leo las palabras recién escritas para que no se hundan en la vulgar memoria. Y si las yemas de mis dedos tropiezan en el espacio invisible y equivocan el trazado previsto, solo tengo que pulsar control+z.

 "Dulce error, fragancia del fracaso. Discurrir del desacierto, mentira viva en el tiempo."

Y durante el vertiginoso y aciago ocurrir de mi viaje me detengo y pienso. A veces me río en la soledad más multitudinaria, tratando de no parecer un completo gilipollas. Aunque a veces es inevitable.


Jotaauvei

05 agosto 2015

Hipocresía en la suela del zapato

Y es que a veces el sentimiento de abandono es la gasolina que nos mueve, la grasa que engrasa el mecanismo que es nuestro pensamiento inmediato y exagerado. El punto de ebullición de mis entrañas es cada vez menor, a medida que el tiempo hace mella en la superficie de mi piel, una piel acobardada por los errores jamás cometidos. Por eso es que me gusta gozar estos pequeños y deliciosos momentos a su lado, por que sé que pronto me sumiré de una soledad insípida, incolora, temiendo que cada milímetro que las agujas del reloj recorren podría ser el último de mi vida. Mi vida catastrófica, allanada por el sentimiento perpetuo de su marcha.

En ocasiones cierro los ojos y pienso por un segundo en su sonrisa. A pesar de que la tenga justo delante de mi, me gusta ignorarla cuando me habla, pestañear profundamente y sentir el cálido roce de la palma de su mano en mi mejilla en contraste con la helada fijación de su mirada.

Me abandonará, estoy convencido de ello. Y no la culpo, soy imbécil.


Jotaauvei

12 abril 2015

Bastarda coincidencia

Soy un poeta. Soy esa primera bocanada al encender un cigarrillo, el humo que se escapa de una sonrisa que ya nunca volverá a tus labios. El silencio roto por el aleteo de un ave posada en la cornisa de tus pensamientos.

Soy aquel al que solían tener por digno. Soy un caballero cuya brillante armadura hace tiempo perdió su lustre. Un hidalgo desolado por la conciencia y la razón.

Me detengo un momento en mi andar y echo la vista atrás. Veo barro, veo sudor y lágrimas. Escucho los gritos de un pasado atroz, desolador. Vuelvo a caminar mirando al frente, el futuro no se pronostica distinto ahora. El vaivén de una bandera ensangrentada, ondeada por un viento humedecido con el calor de mi añoranza.

Soy la peor mierda sobre la faz de la tierra. No soy un poeta. No soy nada.


Jotaauvei