17 febrero 2019

Enaltecimiento del rencor

Pronuncié palabras entre balbuceos, como si fuera la primera vez que hablaba. Intenté levantarme pero las piernas no respondían; cada vez que lo intentaba me caía, ni siquiera podía mantener el equilibrio. Estaba débil y hambriento, atrapado en un sufrimiento infinito de impotencia, agonizando cada centésima que estaba preso en aquella prisión, la celda de mi cuerpo y los barrotes que me rodeaban. Alguien acudió a mi llamada, pero simplemente se me quedó mirando, sonrió y se fue. 

Traté de dormir pero el hambre me despertaba dándome una fuerte patada en el vientre. Lloré. Lloré desconsoladamente durante lo que me parecieron días. Sin comida y, lo que era peor, con el pañal lleno de caca. Era mi final. Iba a morir allí.

 Jotaauvei