Hoy comienza un amanecer que se asoma por el filo del espejo donde aguardo cual caballero vacío y deshonrado. Alzo la vista hacia lo inexplorado y su naturaleza exterior se me antoja extraña.
Mis pies dejan huellas sobre la arena de la playa de las almas oscuras que asolan mis pesadillas, una vez más, sin poder evitarlo. Son los restos del engranaje de metal, posesión preciada del dios de la guerra en la que vivo constantemente, una batalla encarnizada con mi propio ser por no poder estar a tu lado.
Si los diablos pueden llorar también, yo no voy a ser menos que ellos y lloraré a lo lejos ríos hasta que regreses, hasta que termine esta edad de los imperios que se desmoronan y mi llamada al deber se difumine como un recuerdo más.
Y cuando llegue el último de nosotros a este bastión abandonado, el reino de los corazones de lujo adiamantado estará completo, aún cuando no estés. Me quedaré con esta media vida y añoraré sentir tu efecto masivo y tu vacío de color.
Nuestras miradas se cruzarán por última vez en el portal hacia tierras fronterizas y te diré adiós para dejar atrás este espacio muerto. Y volveré a jugar a Banjo-Kazooie a ver si consigo el último Jiggy que me falta de la Cala del Tesoro.
Jotaauvei