04 diciembre 2014

Me miras y te anhelo

Su piel, su ropa, su espalda... todo lo que podía recordarme a ella me causaba un dolor insoportable en ambas sienes. Pero aún así la quería. Y aquí estaba yo, sola, desesperada por encontrar de nuevo la aguja que guíe el hilo que es mi cuerpo por la tela que es la vida. Una vida desordenada, caótica, casi digna de ser una admirada pieza de arte de un museo ya olvidado incluso por los hipsters.

Un recuerdo, un trazo en mi memoria que no puedo permitir que se desvanezca.

Una mañana más me despierto, asqueada de mi propio cuerpo, entre sudores fríos, sollozando, gritando palabras que ni siquiera existen todavía. Gritando su nombre aún cuando sé que nadie puede oírme. Húmeda desgracia del pasado por acontecer. Deseando una vez más vivir en un mundo diferente, deseando salir de este cuerpo roto y desgastado.

Alzo la vista por la ventana. No puedo más que ver rostros sin nombre, personas vacías con pijamas de girafas con pijama. Sí, sí, las girafas dibujadas en el pijama llevan pijama también.


Jotaauvei

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