05 marzo 2024

Bruma, ayer

He pasado tanto tiempo cerca del abismo que mi coartada piel rezuma su mismo hedor.

He vivido tan cerca del averno que su calor me resulta reconfortante y sincero.

He reído hasta desgarrarme la garganta, he llorado hasta ver el universo entero.

He viajado hasta el infinito de los mares y ya mi sangre sabe a salitre. Bajo mis pies puedo sentir la más fina de las arenas allá donde vaya.

Y sé que cuando vuelva estará esperándome, con su penetrante mirada y su falso abrazo, el que te envuelve cual alambre de espino de trinchera. Con la amarga bienvenida, con la camisa por fuera del pantalón.

Se quedará en silencio un momento, solo un momento, y dirá: "Te dije que tenías volver a las 9 y mira que hora es. Como se entere tu padre va a dar una colleja que se te va a quitar esa cara de tonto que tienes". Entonces sabré que me voy a quedar sin poder usar internet en lo que queda de finde. Mierda.


Jotaauvei 

09 junio 2022

Perder el control

Hoy comienza un amanecer que se asoma por el filo del espejo donde aguardo cual caballero vacío y deshonrado. Alzo la vista hacia lo inexplorado y su naturaleza exterior se me antoja extraña.

Mis pies dejan huellas sobre la arena de la playa de las almas oscuras que asolan mis pesadillas, una vez más, sin poder evitarlo. Son los restos del engranaje de metal, posesión preciada del dios de la guerra en la que vivo constantemente, una batalla encarnizada con mi propio ser por no poder estar a tu lado.

Si los diablos pueden llorar también, yo no voy a ser menos que ellos y lloraré a lo lejos ríos hasta que regreses, hasta que termine esta edad de los imperios que se desmoronan y mi llamada al deber se difumine como un recuerdo más.

Y cuando llegue el último de nosotros a este bastión abandonado, el reino de los corazones de lujo adiamantado estará completo, aún cuando no estés. Me quedaré con esta media vida y añoraré sentir tu efecto masivo y tu vacío de color.

Nuestras miradas se cruzarán por última vez en el portal hacia tierras fronterizas y te diré adiós para dejar atrás este espacio muerto. Y volveré a jugar a Banjo-Kazooie a ver si consigo el último Jiggy que me falta de la Cala del Tesoro.




Jotaauvei

12 diciembre 2021

Ocurrirá ayer

 Alcé la mirada y en el espejo vi un rostro que no reconocía. Insultantes cabellos grises, arrugas en las comisuras de los labios. Mis párpados caídos contaban una historia cruel que nadie quería escuchar. 

¿Quién era ese que permanecía postrado, inerte en mi reflejo? Cientos de aciagos recuerdos avasallaban mi memoria, casi tangibles. Era una absoluta abominación, un extraño ante mi propia mirada. El parásito del tiempo sin duda se había cobrado el más alto de los peajes.

En un intento por poner fin a aquel mal sueño que todo mi ser deseaba que fuese, apreté con fuerza la mandíbula e inspiré profundamente hasta llenar mis pulmones de un aire, un aroma que se me antojaba familiar. Todo cobró sentido entonces.

Ah joder, es verdad, que ayer fue Halloween y todavía no me he quitado el maquillaje jajajaja. Y yo aquí flipando, vaya puto imbécil XD


Jotaauvei

18 marzo 2021

Amar o respirar


 "Ven, quiero enseñarte algo"

Dijo el hombre extraño con una dulce sonrisa mientras me cogía de la mano y me arrastraba hacia un oscuro y húmedo callejón. Pero no se detuvo allí. Tras la desagradable callejuela doblamos la esquina para entrar en otro pasaje si cabe aún más repugnante. Estaba lleno de basura, de la que no huele bien, pocas lo hacen de hecho, pero era la expectación la dueña de mis sentidos en aquel momento y no podía concentrarme en definir el posible origen de los hedores que acosaban sin piedad a mis fosas nasales.

Así continuamos caminando a un paso algo acelerado que muchos podrían ya no considerar caminar. A mi mente llegaban voces extrañas; me asaltaban personalidades ajenas que me recordaban constantemente que, más que pasear, lo que estábamos haciendo era un rollito más power walking. Como te digo, eran voces de otros, yo no hablo así.

Todo esto, te recuerdo, mientras el hombre tiraba de mí. No es que yo opusiese demasiada resistencia, la justa para que se creyera que podría conmigo en una pelea a puñetazos. Pero tampoco me dejaba llevar como una damisela dando saltos por un prado con su galán amado segundos antes de perder la virginidad y horas antes de negarlo ante su futuro esposo. 

El calor del suave roce de sus dedos por mi mejilla en el momento en el que nos conocimos todavía estaba latente. O quizás no era calor sino algún tipo de infección. Notaba la zona dolorida y algo hinchada, casi palpitante. Y no era todo lo que en mi palpitaba en aquel momento. Mi corazón. Mi corazón latía al ritmo de nuestros pasos cada vez más acelerados, aunque apenas habíamos recorrido seis o siete metros.

Tropecé y caí al suelo pero no, el hombre no paró. Me arrastró por lo que me pareció una avenida llena de adoquines y asfalto recién vertido, hasta que de alguna forma pude recomponerme. El ser humano, ¿eh? Ante las adversidades es capaz de cosas increíbles, cosas que dejarían atónitos a otros seres humanos e incluso a algún animal que otro. 

Se detuvo. 

Tragué saliva. Me daba la espalda pero podía notar que estaba considerablemente cansado, más que yo. Pero claro, yo hace mucho tiempo que subo por las escaleras de mi edificio todos los días, lo que me ha proporcionado una mejora considerable en mi resistencia y unos fuertes gemelos con los que podría partir nueces. Al fin y al cabo, vivo en un piso diecinueve.

El hombre se giró lentamente. El tiempo pasaba tan despacio que casi podía notar como las gotas de sudor fluían por mis poros, inundaban mi frente y todo mi rostro, y se evaporaban en el aire. También tenía los sobacos empapados que daba asco.

Me miró, y con suma delicadeza introdujo su mano en el interior del bolsillo de su camisa. La sacó abruptamente enseñándome su dedo corazón, vamos, haciéndome el corte de manga. Echó a correr y no lo volví a ver jamás.


Jotaauvei

21 octubre 2020

Aberraciones, basura y cal.

Me acerco al abismo absoluto, adyacente y abrupto. Es un beligerante y bello bastión bilateral. Caigo en un caos cubierto de Cola-Cao. Y me distancio diametralmente del dominio doblegado por Dios. En mí emerge un enaltecimiento enterrado en elogios, una explosión empírica pero efímera.

¡Fuera! Sus fútiles fanfarrias, fastuosas y fracturadas. Gozo del galimatías con su grandiosidad (aunque generalista) con gusto. Hablo, la herida se hace hipérbole, más que un hierático hematoma. 

Idiotas quienes lo imaginaron como ilícito e inhóspito. Es un jardín que se jacta de que juegos y juicios se junten sin jerarquías. Hay kilos de kiwis keniatas y koalas kilométricos en un kafkiano kiosco. Lamentablemente los lindes están lacerados, un lugar libre de libertad. Me motivo y me mentalizo, mas los milagros son meras mentiras. No nace nada de naturaleza normal en este nefasto y nostálgico núcleo. ¡Ñam! Obstáculo obnubilado, obra de orfebrería obstinada. 

Los perplejos pájaros pasan pero no paran por prisa. ¿Qué quiero? Me quejo pero me quedo quieto. Rápidamente rozo mi robusto rostro rasgado, río y me relajo. Es una sutil sensación, me sobrepongo al saber que sin sometimiento yo sobro.

"Tú también tienes tus temas" - tengo que transmitirme para terminar este trastorno sin tardar. Me unjo con urgencia en la urea universal y ululo, un ultimátum a esta umbría ubicación. Veo este vergel con valentía y me vislumbro victorioso. ¡A Washington! Con mi xilófono de xenón. Yo, mi yate yanqui yema y ya. Zigzagueando, cojo el zurrón y zarpo; doy zapatazo a la zozobra y a esta zalamera zona.


Jotaauvei

23 mayo 2020

Arroz con pollo

Ingredientes (4 personas): 


  • 200g de arroz (1 taza)
  • 150g de pechuga de pollo
  • 50g de mantequilla 
  • Una pizca de sal 
  • Un chorrito de aceite virgen extra 
  • Pimienta negra al gusto (opcional)



Para comenzar, dejamos de lado todos nuestros sueños y esperanzas y nos centramos en la preparación del plato. Ponemos agua a hervir (siempre el doble de agua que de arroz, en este caso 2 tazas) y cuando esté echamos el arroz con la sal y un chorrito de aceite virgen extra. Si no tenemos aceite virgen extra, deberíamos empezar a considerar que el camino que hemos decidido tomar en la vida quizás no es el más adecuado.

Mientras se hace el arroz (unos 20 minutos), nos sentamos un momento y pensamos en llamar a ese primo al que le dejamos las tijeras de podar hace años y con el que no hemos vuelto a hablar desde la boda de su hermana. Contactar con alguien después de tanto tiempo siempre es complicado, sobre todo para pedirle algo, pero necesitamos con urgencia esas tijeras. 

Ponemos a fuego fuerte una satén con un poquito de aceite. Mientras calienta cortamos la pechuga de pollo en dados. Recordamos aquella vez que nos cruzamos con la amiga de Jose, a la que conocimos el año pasado en su fiesta de cumpleaños. Nunca sabemos como reaccionar en esos casos, saludarla o no, pararse a hablar... Entonces llegó el momento en que nos encontramos y dijimos "hola" y ella nos dijo "¡chao!". Lo único que nos consuela es que no la volveremos a ver. Es cuando, inmersos en este recuerdo, casi olvidando que tenemos un cuchillo en la mano, nos hacemos un pequeño corte en un dedo.

Lavamos la herida con abundante agua templada. Afortunadamente solo ha sido un corte superficial, no dejará cicatriz y curará pronto. No como las heridas de nuestro corazón, que por muchos años que pasen, siempre nos van a recordar aquella oportunidad de estar con el amor de nuestra vida y que dejamos escapar.

Cuando el aceite esté bien caliente, echamos con cuidado los trocitos de pechuga. En este momento podemos salpimentar al gusto. Observamos como una gota de aceite hirviendo abandona la sartén a gran velocidad para posarse con muy poca gentileza, y casi sin poder evitarlo, sobre la delicada piel de nuestra mano. Este es el momento que hemos elegido para retirar la mano con un movimiento enérgico (siempre en la dirección contraria al aceite), pero esto va al gusto de cada uno. Puedes dejar la mano un ratito más, no influirá en el plato final.

A estas alturas el arroz ya debería haber absorbido casi todo el agua, podremos observar como la superficie burbujea, así que tapamos la olla, retiramos del fuego y dejamos reposar. Si no es así, si todavía tiene agua, mira, tíralo todo a la basura, el arroz, el pollo, y empieza de cero. Pero esta vez haz las cosas bien, porque yo lo estoy explicando bien, si te sale mal es problema tuyo. A ver si va a ser que tras todo este tiempo tu madre tenía razón y no vales para nada, ni siquiera para seguir una puta receta tan sencilla como arroz con pollo. 

Seguimos removiendo los daditos de pollo para que se hagan por todos los lados y cuando empiecen a coger color por los bordes es cuando... un momento, te están llamando por teléfono. Coge, coge, no te preocupes. 

¿Ya está? Seguimos.

Bueno, pues el pollo se ha quemado un poco, pero no pasa nada, diremos que la receta es así, que es tostado. Hay restaurantes que sirven mierdas peores, pagas de buen grado y nadie dice nada porque somos gente educada. Si tus comensales son gente educada se lo tragarán sin rechistar. No invites a personas a comer a las que quieras impresionar, porque obviamente con este plato solo vas a conseguir que vean lo que realmente eres: un fracaso absoluto. Es arroz con pollo, no es un 'Filet mignon de buey alvino con trufa blanca de temporada a las finas hierbas provenzales' (receta disponible próximamente en nuestro blog). Y aún por encima el pollo sabe un poco a quemado.

Te habrás dado cuenta de que no hemos utilizado la mantequilla. Nos gusta mucho indicar ingredientes extra para confundir un poco a nuestros lectores, para darle un toque diferente a nuestras recetas :)

Servimos el arroz en una fuente o plato grande, echamos por encima el pollo y... ¡Listo!

Esperamos que os haya gustado esta receta de 'Arroz con pollo' y que compartáis con nosotros vuestros trucos de cocina.


¡BUEN PROVECHO!


Jotaauvei

La princesa


Un plebeyo se acercó a la Princesa.


- ¡Princesa, Princesa!- la Princesa se alertó.

- ¡Soy la Princesa!- gritó la Princesa- ¿Qué ocurre?

- ¡Algo muy grave, Princesa!- le dijo el hombre a la Princesa- ¡El palacio de su alteza la Princesa está ardiendo!

- ¿Y no hay nadie más a quien puedas acudir que no sea yo, la Princesa? ¿Es que me tengo que ocupar de todo?- preguntó la Princesa, cansada de ser princesa.

- Pero Princesa...

- "Princesa esto, Princesa lo otro..."- la Princesa rezumaba hastío- ¡¿Es que no os podéis ocupar vosotros de algo por una vez?!


El plebeyo se alejó de la Princesa y todo ardió, incluida la Princesa.


Jotaauvei (201X)

17 febrero 2019

Enaltecimiento del rencor

Pronuncié palabras entre balbuceos, como si fuera la primera vez que hablaba. Intenté levantarme pero las piernas no respondían; cada vez que lo intentaba me caía, ni siquiera podía mantener el equilibrio. Estaba débil y hambriento, atrapado en un sufrimiento infinito de impotencia, agonizando cada centésima que estaba preso en aquella prisión, la celda de mi cuerpo y los barrotes que me rodeaban. Alguien acudió a mi llamada, pero simplemente se me quedó mirando, sonrió y se fue. 

Traté de dormir pero el hambre me despertaba dándome una fuerte patada en el vientre. Lloré. Lloré desconsoladamente durante lo que me parecieron días. Sin comida y, lo que era peor, con el pañal lleno de caca. Era mi final. Iba a morir allí.

 Jotaauvei

02 agosto 2018

Al más

"Quiero agradecer este premio a toda mi familia, a mis amigos y también a los que no son mis amigos pero con los que una vez me crucé por la calle y saludé por error pensando que los conocía.

Agradezco este maravilloso galardón que... ¡uf!, aún no me puedo creer que lo haya ganado. Bueno, un poco sí.

También agradezco al planeta Tierra, porque somos una energía que nos conecta y todos somos uno, aunque solo yo he ganado este premio y es mio, no vuestro. Así que probablemente no seamos uno. Somos personas diferentes, algunos mejores que otros, yo mejor que vosotros, por ejemplo, porque tengo un premio.

Doy las gracias a mi humildad y a todas las buenas y maravillosas cualidades que tengo como persona humana. Algunas cosas mejores y otras menos mejores. Porque son las pequeñas cosas que nos hacen por dentro las que en realidad merecen la pena. Encontrarse a uno mismo, conocerse y volverse a perder, ese es el verdadero premio. Y este premio, que es mejor que eso porque eso lo ve todo el mundo y que te conozcas a ti mismo no le importa a nadie ni se ve.

Quiero darle las gracias de vuestra parte, querido jurado, a mis antepasados, porque sin ellos no hubiera sido posible mi vida. No me puedo olvidar agradecérselo también a mi descendencia que, aunque todavía no existe, sé les parecería mal que no los mencionase. Sí puedo sin embargo olvidarme de los gatos.

No les agradezco este premio a los gatos en absoluto. ¿Sabéis como maúlla un gato cuando tiene hambre? Pues yo he oído ese estridente sonido constantemente durante todos los días de mi vida. Y no tengo gatos. A quien sí agradezco este premio es al diseñador que lo ha diseñado, porque es una figura preciosísíma.

Me apenaría olvidarme de darles las gracias a todos aquellos que han hecho posible el que yo esté aquí hoy. Pero bueno, me los voy a olvidar, la pena no es tan grande, si no lo hubieran hecho ellos lo habrían hecho otros.

Y ahora que he terminado con los agradecimientos, voy a volver a mi cama a descansar, no sin antes agradecer a quienes la han traído desde mi casa hasta este maravilloso escenario. Y si sois tan amables de bajar la voz mientras cierro los ojos un momentito os lo agradecería."


Jotaauvei

06 mayo 2016

Las heridas del vacío

Si alguna vez me ves caminando o corriendo sin rumbo o en círculos por un jardín público, sabrás que lo he encontrado. Que he encontrado aquello que has estado buscando y que necesitas desesperadamente como el aliento de una mala puta en tu rosado glande después de que haya usado demasiado los dientes.

Y yo lo tengo y tú no. Es la historia de tu vida que estoy contando y de la que me apropio ahora que nadie me ve. Porque, cuando nadie me ve ¿sigo siendo visible? ¿Sigo siendo tangible? ¿Lo quieres? Ven a buscarlo, pero primero tendrás que encontrarme.

"Tengo heridas en mi cuerpo. Tengo heridas tan profundas que dan la vuelta y se proyectan con mi sombra".

En ocasiones veo reflejado el temor del tiempo que ha pasado en los ojos de aquellos que jamás conoceré. El sentido de mi vida se torna colorado al indicar el norte a los viandantes a pesar de que no me lo hayan preguntado.

Y si no ponía la palabra "puta" no quedaba tranquilo.


Jotaauvei